top of page

Aprendizaje emocional y liderazgo en el siglo xxi: la importancia de comunicar cómo nos sentimos.

“El líder es la persona a quien los demás recurren en busca de convicción y claridad necesaria para hacer frente a una amenaza, superar un reto o llevar a cabo una determinada tarea”


(Goleman, Boyatzis y Mckee, Cap. La dimensión primal)


Las sociedades del siglo XXI han apoyado la importancia de la educación de las emociones para una mejor adaptación social y global de las personas ante un mundo cambiante e incierto. Esto se suma a los grandes retos del siglo XXI, el aprendizaje de la inteligencia emocional.


Actualmente, se considera relevante en los ámbitos empresariales el estado de ánimo de los líderes y su efecto en las personas que le rodean, para una adecuada marcha de cualquier empresa u organización. Por ello la importancia de comprender el papel fundamental de las emociones, que incluyen elementos como la motivación, el compromiso, entre otros.


Dentro de las habilidades que destacan a personas líderes se recurre a conceptos como la planificación o la creatividad, sin embargo, una habilidad clave que destaca en las personas líderes es la gestión de sus emociones.


A lo largo de la pandemia, la limitación de actividades como desplazamientos a centros escolares, suspensión de actividades escolares presenciales, cierre de centros para actividades culturales, deportivas, artísticas y de esparcimiento ha impactado en la interacción y la comunicación colectiva de las infancias y juventudes, así como en contextos familiares y sociales en general, generando a su vez nuevas maneras de interacción y de comunicación con los otros y nuestro entorno. Dichos cambios han impactado en diferentes aspectos de la vida cotidiana como son el aislamiento, las crecientes enfermedades, el miedo y estrés por la pérdida de un ser querido, el abandono de hábitos saludables, el incremento de la violencia intrafamiliar, y el rezago educativo, entre otros.


El ajuste repentino en las rutinas y poca estabilidad en las mismas durante la pandemia incluye diferentes reacciones derivadas de las situaciones de elevado estrés y ante amenazas impredecibles e incontrolables, originando emociones que pueden causar cierta incomodidad como miedo o preocupación. Usualmente estas emociones son catalogadas como negativas por el hecho de no saber cómo nombrarlas, regularlas y enfrentarlas, más que por las consecuencias que estas emociones pudieran generar; es por ello que dar una oportunidad a identificar las emociones ayudaría a una mejor comunicación: ¿Qué pasaría si aprendiéramos a nombrar nuestras emociones cómo nos enseñan el abecedario?


Cuando aprendemos a hablar comenzamos a asociar nombres específicos para los diferentes objetos que utilizamos en nuestra vida diaria, es decir, a mayor vocabulario tenemos una mejor comunicación. De igual forma, reconocer el espectro de emociones que podemos sentir en diferentes situaciones y momentos, nos permitiría una mejor claridad en cómo vamos a enfrentar lo que sentimos en lugar de solo reprimirlo. Este proceso forma parte del aprendizaje emocional, el cual incluye la capacidad de autorregular las emociones y permitir una mejor comunicación entre las personas involucradas; así como es más sencillo buscar algo cuando sabemos qué es con exactitud, es más sencillo actuar ante una emoción o sentimiento reconocido, no es lo mismo decir “ya no quiero hacer la tarea” a decir “me causa enojo el no poder entender este ejercicio”.


Ante situaciones de estrés o cuando una emoción es incómoda las infancias y adolescencias suelen utilizar frases como “no tengo nada”, “ya no quiero hacer esto”, lo que puede explicar porque la tensión emocional prolongada es un factor de dificultades en el aprendizaje de niños, niñas y jóvenes. La regulación de emociones es fundamental para pensar eficazmente, así como para tomar decisiones inteligentes y pensar con claridad.


Daniel Goleman (1998) psicólogo estadounidense, define la inteligencia emocional como las capacidades para identificar, regular y expresar adecuadamente nuestras emociones hacia otras personas: propiciando la empatía y la confianza.


La inteligencia emocional es una capacidad para acceder de manera favorable a emociones, sensaciones, pensamientos e impulsos en la resolución de problemas con mayor efectividad y éxito, y potencializa nuestro bienestar en cualquier aspecto de nuestra vida. Nos permite identificar, interpretar y relacionarnos de manera adecuada con nuestros propios estados emocionales y de otros.


Las emociones son importantes porque tienen una función imprescindible sobre nuestro cerebro, lo que nos indica cuando algo es agradable o desagradable, ello nos lleva a responder mediante acciones, y éstas se relacionan con nuestra búsqueda de supervivencia, como evitar un peligro. Sin embargo, ante ciertas emociones, como la tristeza o el enfado, el aprendizaje puede encontrarse con limitantes o barreras, porque no contamos con las herramientas o estrategias suficientes para lograr gestionarlas adecuadamente.


El desarrollo en la infancia y juventud implica el aprendizaje y dominio de habilidades físicas, cognitivas, sociales y afectivas o emocionales, las cuales son relevantes para saber relacionarse con los demás, lograr expresar sus emociones y formar vínculos de cooperación. La inteligencia emocional favorece una adecuada autoestima y mayor capacidad de resiliencia (capacidad que tiene una persona para recuperarse ante alguna dificultad, pérdida o crisis y salir adelante favorablemente), se puede ir desarrollando y aprendiendo mediante la vivencia de diversas experiencias.

Cuando logramos identificar una emoción estamos desarrollando habilidades blandas como toma de conciencia, comprensión, expresión y regulación. Que tienen como fin el bienestar emocional, es decir, la capacidad de gozar de manera consciente la felicidad y procurar transmitirla a las personas con quienes interactuamos. Estas capacidades emocionales e interpersonales son claves para el potencial intelectual general de las personas.


Identificar ¿Cuándo?, ¿Dónde? y ¿De qué manera expresamos nuestras propias emociones y cómo reaccionamos a las de otras personas?, tiene que ver con la modulación de las emociones, es decir: intensidad, inhibición, redireccionamiento, aceptación o evasión de éstas. Para una regulación emocional satisfactoria es necesario que niños, niñas y jóvenes aprendan a establecerse objetivos o metas que se adapten, darse oportunidad de vivir la experiencia o situación y reconocer cómo están viviendo esa emoción, para que comprendan lo que están viviendo o experimentando (tanto física, emocional, mental y conductualmente). Así, al ser conscientes de la situación logran analizar su propia capacidad para adaptarse, manejar, aceptar o afrontar favorablemente las emociones ante determinados eventos o circunstancias. Y esto les permite a su vez conocer cómo y porqué sus emociones intervienen en otros procesos, como la atención, resolución de problemas, las relaciones con otras personas.


Sabemos que diariamente niños, niñas y jóvenes se están enfrentando en sus interacciones cotidianas a provocaciones, que crean determinadas sensaciones o emociones que generan una experimentación de impedimento de una meta u obtención de algo, como el enojo por ejemplo. Ante esta situación, en PlayAprende, desde septiembre de 2020 hemos dedicado espacios en sesiones “Onlive” (en línea y en vivo), para que niños, niñas y jóvenes reconozcan, hagan conciencia y aprendan a gestionar sus emociones y expresarlas adecuadamente.


¿Cómo estamos ayudando para que logren enfrentarse a las 6 emociones básicas: Alegría, tristeza, enojo, miedo y desagrado?.


En el programa PlayHome, en el caso del enojo, desarrollamos una actividad llamada el “semáforo del enojo”, en la actividad se aprende a identificar la intensidad de la emoción (en esta ocasión enfocada al enojo):

Mi emoción puede causar un daño (rojo)

Mi emoción se está desbordando (amarillo)

Mi emoción puede expresar sin hacer daño (verde)


A partir del semáforo se complementan actividades de regulación como la respiración y el diálogo con el objetivo de encauzar el enojo a un color verde, permitiendo así el reconocimiento de la emoción y no la opresión de la misma. Dicha actividad es comunicada en nuestras charlas de Play Family (comunidad para madres, padres y tutores) puesto que una parte importante para que infancias y adolescencias continúen con el aprendizaje emocional es el apoyo y guía de madres, padres o tutores de familia.


Cuando niñas y niños logran desarrollar el manejo responsable de sus emociones adquieren mayor capacidad de comprensión y manejo de sus sentimientos y emociones.


Así como el juego es relevante cuando aprendemos a hablar, en PlayHome vinculamos la importancia de la experiencia con el desarrollo de la inteligencia emocional, ya que nos interesa conocer y comprender el entorno de las infancias: sus intereses, preocupaciones, contexto, entre otros. Dentro del programa incluimos actividades que integren los aprendizajes, experiencias y conocimientos de cada uno de nuestros niños, niñas y jóvenes, procuramos proveer el descubrimiento y reconocimiento de sí mismos con juegos que generen preguntas y así atender sus respuestas de manera respetuosa, compartiendo sus opiniones después de cada actividad y juego.


“Los grandes líderes son personas movilizadoras, que despiertan el entusiasmo en otros, y alientan lo mejor de cada uno”.

  • Goleman, D., Boyatzis, R., Mckee, A. (Cap. Liderazgo primal)


El desarrollo y fortalecimiento de la inteligencia emocional es un proceso que se ve reflejado al manejar en que afrontamos el día a día. En el caso de los niños y niñas que participan en el programa, los papás notan que a partir del desarrollo de ciertas herramientas los niños son capaces de responder mejor ante situaciones que antes se les dificultaban.


Por ejemplo, una pequeña utiliza su herramienta del Spray contra el miedo en el parque, para superar su miedo a subirse al columpio. Otro de nuestros usuario utiliza su herramienta del dragón del enojo para expresar su frustración ante las fallas de su internet en sus clases. En ambos casos podemos reconocer la apropiación de las herramientas de regulación para afrontar situaciones cotidianas, dichas herramientas contribuyen al desarrollo de habilidades que se convierten en habilidades para la vida.


Sabemos que el verdadero aprendizaje es una experiencia, por ello sumamos acciones desarrollando, diseñando, creando y ejecutando actividades recreativas para niñas, niños y jóvenes. Con ello buscamos desarrollar en las infancias y juventudes habilidades del futuro que les posibiliten convertirse en agentes de cambio, con capacidad de diseñar un mejor futuro social y global. Descubre más del impacto y desarrollo de habilidades que generamos en infancias y adolescencias en nuestras redes sociales y diversos contenidos digitales.


10 visualizaciones0 comentarios
bottom of page